Noel Álvarez*
Cada año, al acercarse el Día de la Madre, mi corazón se llena de recuerdos y emociones encontradas. Es un momento para recordar y honrar a las mujeres extraordinarias que han dejado una huella imborrable en mi vida: mi madre y mi esposa, ambas ya fallecidas. Aunque el tiempo avance inexorablemente, sus recuerdos siguen vivos en mi mente y en mi corazón, y hoy, más que nunca, quiero dedicarles este pequeño tributo como un regalo majestuoso. Que Dios las proteja y las cuide donde quiera que estén, y si acaso pueden escucharme, quiero que sepan que nunca las olvidaré. ¡Amén! Sigue leyendo