Noel Álvarez*
Llegó al poder siendo un desconocido, con la edad justa y un mechón de pelo todavía rubio cubriéndole la frente. Sus rivales se burlaron de él porque había dirigido una granja de cerdos y hablaba con ese acento campestre tan común en las provincias orientales. Osado y popular, su tesón de novato arrasó, al final, con la vieja y confiada nomenclatura: Aleksandr Grigórievich Lukashenko. Este personaje se encuentra en el poder desde 1994, época lejana en que se celebraron las primeras elecciones democráticas de la historia de Bielorrusia y como van las cosas, tal parece que serán las últimas. Sigue leyendo