Descalificación

Este artículo fue publicado en el diario El Correo del Caroní el sabado 15-06-2013
Noel Alvarez*
La imposibilidad de convivir entre los dos grupos políticos mayoritarios en los cuales actualmente se divide el país, viene sin duda alguna de parte del oficialismo. Y esta no es una afirmación lanzada irresponsablemente, sino sustentada en la verborrea ofensiva que sale desde las vocerías del poder.
Tomemos como ejemplo el paro universitario. Algo que duele profundamente en la Venezuela arraigada en su gentilicio, porque el Alma Mater es lo que ha permitido el progreso de generaciones en este país, especialmente desde la emblemática Universidad Central de Venezuela, de prestigiosa trayectoria que supera los dos siglos, es previa a la Independencia y recibió el irrestricto apoyo del Libertador Simón Bolívar en su época.
Hoy se pretende que esa universidad fallezca de mengua, abandonada por el gobierno actual, simplemente como represalia a su independencia de pensamiento. Independencia que por cierto cobijara décadas atrás a mucho del liderazgo rojo actual. En aquel momento la rebeldía de la institución les convenía y les servía de escudo. Hoy debe ser condenada porque no les conviene.
Y es particularmente artero que entre los verdugos del sector universitario se encuentren egresados de sus aulas, quienes son ejemplos irrebatibles de la horizontalidad y el talante democrático de la educación superior venezolana.
Pero volviendo a la palabra que titula estas reflexiones, la descalificación por parte de los poderosos a quienes protestan es el índice de cuán enferma está la sociedad venezolana actual. No hay derecho a protestar, quienes lo hacen están equivocados, la razón siempre asiste a la omnisapiente revolución.
No se trata de “sectores minoritarios” ni “de derecha” y eso bien lo saben quiénes hoy gobiernan y gozaron de una educación excelente y gratuita en las instituciones que hoy reciben la zancadilla. Quizá, como el sector universitario es el más capacitado para rebatir con conocimiento los dogmas que se pretenden imponer a los venezolanos, sea por eso que resultan tan indeseables.
Pero las casas de estudio tienen razón: se les niegan recursos que van a armas, a regalos a otros países, a propaganda de lobby internacional, a obras públicas que jamás se terminan y no rinden cuentas. La inflación desatada vuelve sal y agua los escasos recursos asignados al sector, los cuales ni por asomo se parecen a los que por ejemplo, recibe el sector militar.
No hay voluntad de dialogar y los países que no dialogan están condenados a la desgracia. Sanar la fractura de la sociedad venezolana, pasa por escuchar y reconocer, por no descalificar. Exactamente lo contrario de lo que hace el gobierno hoy.
*Coordinador Nacional de Independientes por el Progreso
@alvareznv

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